Gastronomía

Ricla es un pueblo de contrastes. Las aguas del Jalón han originado unas ricas huertas que chocan con la estepa de sus montes y cortados. Este escenario ha dado como resultado la producción de frutas, hortalizas y aceites que destacan por su calidad.

La principal actividad económica del pueblo se basa en la agricultura, práctica a la que se dedican buena parte de los vecinos y que reúne a trabajadores de diferentes países durante los meses de verano.

Ricla dispone de más de 4.500 hectáreas de huerta tradicional, tierras de regadío y unas 2.000 hectáreas de secano, siendo productores muy importantes de melocotón, nectarina, albaricoque y fruta fresca de hueso, así como de ajos y cerezas.

Del regadío nos trasladamos al secano para saborear el aceite de oliva.  Estos líquidos se extraen en el pueblo con técnicas artesanales que aseguran la pureza del aceite. Utilizado para completar canapés o para cocinar los platos típicos de Ricla: el cabrito frito con ajos, el conejo con caracoles, los caracoles, el rancho o las judías de puchero que desde antaño se elaboran del mismo modo: remojadas desde la noche anterior y cocinadas a fuego lento en la lumbre durante toda la mañana con dos únicos ingredientes añadidos, los ajos y el aceite.

Las huertas del Jalón han sido trabajadas por los riclanos generación tras generación. Cada verano las hortalizas pueblan las riberas del río. Se trata de productos ecológicos que son utilizados en la cocina diaria.